¡Nervios, cámaras y acción! alguno podría pensar, que esta exclamación está relacionada con el cine, pero más bien, pudiera asimilarse al entorno de la justicia española.
La gente habla y sus conclusiones están cambiando a ritmo acelerado acompañados de una fuerte crispación y decepción. Se alzan las críticas y la pregunta ¿qué está pasando?.
Se está elevando el tono en los bares, lugar predilecto en nuestro país, para observar esa diversidad de opiniones, ¡muéstrese el pensamiento en rabia o alegría!.
Sabedores de los últimos movimientos cercanos al mundo judicial, avalan aun mas, que hace tiempo, que existe un problema interno que se encuentra adornado por el sistema actual, cosa que no es que sea erróneo, sino que puede cambiarse y debe mejorarse.
La justicia está politizada, eso es un hecho, quien lo niegue, no es consciente de la verdad o simplemente la quiere encubrir. La maraña que existe en referencia a la designación de los miembros de los órganos de control de la justicia, debe ser cambiado e independizado por completo de las manos políticas.
Esto no significa una rebelión contra el sistema conocido, simplemente, es una petición de demanda cara los dirigentes para que tomen cartas en el asunto y así optimicen las tareas a los trabajadores de la justicia, no en vano, estas palabras no caerán en saco roto, dado que, la sociedad lo necesita.

Recientemente, declaraciones publicadas por diferentes medios derivadas del fiscal Horrach, éste manifestó, que existen amenazas y presiones a los fiscales cuando se suceden casos de corrupción política, hasta el punto, de que llegan afectar a sus seres queridos, es otro hecho relacionado con que la justicia está politizada.
Uno no puede encontrarse en su estancia laboral mientras está confeccionando unas diligencias, una toma de declaración o una sentencia de máxima importancia, a la vez que tiene que estar mirando para todos lados en un estado de alerta constante, ¿cómo vamos a diferenciar correctamente el bien y el mal, si quien posiciona a los encartados en un caso, sufre presiones, coacciones o su situación personal se encuentra “bloqueada” por culpa de esas malas praxis?.
El resultado, al final, no solo afecta a las partes y a los componentes de los tribunales, sino también a la sociedad, que puede llegar a mal interpretar una sentencia que está sujeta a derecho, pero que tiene una apariencia que pudiera no ajustarse proporcionalmente entre la acción criminal y su castigo, por lo que, pudiera darse un efecto llamada al aumento de actividades ilícitas e incluso, alimentar el estado de confusión moral de la ciudadanía.